Llevas años intentanto que tus chicos lean.
Sabés que no es una tarea fácil, pero que vale la pena.
¿Qué hacer para lograrlo? ¿Hay recetas?
Recetas, no. Pistas, algunas:
No lo obligues a leer. ¿Cómo puede gustarnos algo si se nos plantea como una obligación?
El placer por la lectura se transmite ofreciendo imágenes lectoras: que te vean leer a vos, que te perciban disfrutando de esos momentos.
Compartí con tus hijos la lectura y sus rituales mágicos: el cuento antes de dormir, el relato en ronda familiar, la salida juntos a una librería y a una biblioteca infantil. Pero también contales (y que ellos te cuenten) historias, anécdotas y chistes (¿cuál fue el último chiste que se contaron en el recreo del cole?)Si te piden que les leas, no te niegues (aunque estés muerto de cansancio).
Que los libros estén en casa, que formen parte del ambiente cotidiano de un modo natural.
Que tus hijos tengan su propia biblioteca en un lugar accesible.
Los chicos no nacen lectores, se hacen.
No compares a tus hijos con otros chicos. Las comparaciones son odiosas. Cada uno es diferente. Cada uno tiene sus propios tiempos y preferencias.
Dejá que tus hijos elijan un libro, que tomen solos la decisión de comprarlo.
Comenten sus lecturas. Así descubrirán que la lectura nos permite relacionarnos mucho más fácilmente con los demás.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario